sábado, 17 de noviembre de 2007

Luces y sombras


Mi estado de ánimo tiende a ser bidimensional. Ora es extremadamente eufórico,ora es extremadamente melancólico.
La condición de mi género y el peso de la luna juegan con mis sentimientos como dos niños caprichosos.
Mi incapacidad de percibir el mundo como un conjunto de luces y sombras,limita mi foco de atención, o a unas, o a otras.
Primero la claridad viene a visitarme: mis poros desprenden vitalidad extrema y solo deseo contagiar a todo el mundo con esa fuerza que me transmiten los árboles, de crecer, de avanzar.
Pocas veces soy consciente del cambio que se produce a continuación. Esa fuerza se invierte y dándose la mano con la gravedad, me empuja y me empuja hacia un mundo lleno de sombras.La oscuridad me envuelve. Me encierro en mi caparazón y desparramo lágrima tras lágrima.
Estos cambios se repiten incensantemente y de manera cíclica.
A veces me pregunto que pasaría si dispusiera de un simple interruptor que me permitiera tener un cierto control sobre mis emociones.
Cuando estoy en la dimensión luz, descarto inmediatamente esta fría e inútil idea,riéndome de las tonterías que puedo llegar a pensar, y me lanzo, ciega, al mundo de la espontaneidad.
Cuando estoy en la dimensión sombra, paso noches y noches en vela, soñanado con ese maldito interruptor que me saque de la oscuridad.

1 comentario:

Laura dijo...

Supongo que todos somos así... ¿alguien no?