lunes, 21 de junio de 2010

Piel naranja

EXT.PARQUE.MEDIODÍA.

VÍCTOR(63) y SILVESTRE(40) caminan por el parque, en silencio. VÍCTOR anda decidido con solemnidad, SILVESTRE le sigue, algo desconcertado. Llegan a una especie de plazoleta escondida entre unos árboles. SILVESTRE se queda estupefacto ante tal lugar: un banco de madera roído, un árbol esquelético, una fuente seca y decrépita. VÍCTOR contempla el lugar con nostalgia. Sonríe. Se acerca al banco y se sienta. SILVESTRE se queda quieto, de pie, sin saber qué decir.

VÍCTOR
(acariciando el banco cerrando los ojos)
Aquí empezó todo. El sueño. Flores en el pelo. Risas. Y ese olor. A piel de naranja. La acaricié. Qué piel. Para ser amada. Y ella no paraba de hablar y de moverse de un lugar a otro. Y yo estaba colapsado. Sudaba y tenía una risa nerviosa terrible. Me sentía tan al borde del descontrol, que no sabía si quería estar aquí, o salir corriendo.
VÍCTOR abre los ojos. SILVESTRE le mira incómodo.
VÍCTOR
(a SILVESTRE)
¿Has tenido alguna vez la sensación de que ... cómo si... se hubiera parado el tiempo?
SILVESTRE
(pensativo)
Bueno, sí, no, quizá...
SILVESTRE no sabe qué contestar, todavía le sorprende la apertura de VÍCTOR. VÍCTOR no espera respuesta. Se levanta y se sube al banco con dificultad. SILVESTRE se queda asombrado y corre hacia él, asustado. VÍCTOR fuera de sí, hace como si intentara coger algo del árbol casi muerto que hay al lado del banco.
SILVESTRE
¡Víctor!.. baje de ahí, por favor...
VÍCTOR empieza un discurso donde describe con detalle y precisión como si se tratara de reconstruir los hechos de un asesinato, pero con una emoción y vitalidad desbordante. Se mueve de un sitio a otro para interpretar totalmente la escena.
VÍCTOR
(encima del banco)
Dijo. Tengo hambre. Se subió, aquí. Sí aquí, justo en el borde. Y gritó. Hasta las estrellas. Y yo no pude evitar mirarle las bragas. Sí. La bragas (se ríe). Qué piernas. Y pum. Se cayó. Al suelo. Se enfadó. Mierda. ¿Te ayudo? Pero me entró la risa. Déjame. Puedo sola. Y a la fuente. Moviendo la cadera. Derecha, izquierda. Y yo ya estaba loco perdido. Se lavaba el vestido. Y empezó a tararear con rabia. Me acerqué para ayudarla. Imbécil. Y me tiró agua en toda la cara. ¿Qué? Cogí agua y se la tiré por encima. La mojé entera. Nos quedamos callados. Fue nada, un segundo. Y nos besamos. Así, rápido, sin pensar. Y seguimos jugando con el agua, riéndonos, como si nada hubiera pasado.
SILVESTRE ha ido siguiendo el discurso de VÍCTOR con emoción. VÍCTOR que se ha metido totalmente en sus recuerdos, vuelve en sí. Aprieta el botón de la fuente. Hace un ruido extraño, y no sale agua. VÍCTOR vuelve a intentarlo. No hay manera. VÍCTOR empieza a darle golpes a la fuente. SILVESTRE intenta retenerlo. VÍCTOR se le quita de encima. Pega una patada a la fuente. Y se sienta en el banco, lentamente, serio.
SILVESTRE
(acercándose)
¿Está bien?
VÍCTOR
(cabizbajo)
Con el tiempo, todo se oxida. Se seca. Se marchita. Se muere. Somos tan efímeros. Un sueño. Caduca. Somos de hoja caduca. EL sueño...se acabó. (al final se queda casi sin voz y empieza a llorar en silencio, desesperado)

SILVESTRE no sabe qué decir. Se sienta en el banco. Intenta acercarse a él.
VÍCTOR
(levantado la cabeza de golpe, saca un papel de la chaqueta)
Se acabó. Lo he decidido. Ya no puedo más. Nada vuelve, Silvestre, nada vuelve.
VÍCTOR mira por última vez el lugar.
VÍCTOR
(con ironía)
Bueno, tendrás algo que celebrar, un cliente más. ¿Una copa?
SILVESTRE
No, gracias. Me quedaré aquí. Un rato.
VÍCTOR se va. SILVESTRE se queda un rato pensativo. Intenta revivir la escena de amor entre Víctor y Victoria: toca la madera, cierra los ojos. Se imagina la caída. La guerra de agua. Se emociona. Se entristece. Mira el papel del divorcio con la firma de Víctor con lástima. Suspira. Coge el papel con fuerza. Y se va.

viernes, 18 de junio de 2010

Proyecciones absurdas

Por no interesarme,
no me intereso ni hasta yo.

Por no dolerme,
no me dueles ni hasta tu.

Por no creerte,
no me creo ni hasta yo.

Por no quererlo todo,
no tengo ni una pizca de nada.