sábado, 30 de junio de 2007

Un sueño hecho realidad

Érase una vez una niña que tenía un sueño. Se pasaba todo el día mirando por la ventana, esperando el día en que éste se dignara a aparecer. Pasaron los días, incluso años y el sueño ni siquiera se asomó. Por tanto, decidió hacer las maletas e ir a buscarlo. Se fabricó un barco de papel, y hala, a navegar. Llegó a una tierra que aunque extraña a ella, enseguida empezó a encajar con su manera de ser. Inmediatamente se sintió como en casa, y sin que se diera cuenta empezó a encontrar su camino . Y cada día, pasito a pasito iba avanzando un poco más en su camino de baldosas amarillas. Se sentía feliz, pero sola. A veces acontecían hechos que la hacían retroceder algunas baldosas , o perder de vista el camino y desviarse por otros con muchas curvas y peligrosos.
Un día conoció a una mujer que se hacía llamar S, una bruja sabia, cariñosa y muy inteligente, y que tenía un mapa enorme del camino amarillo. Inmediatamente se dio cuenta de que no se perdería nunca más.
Empezaron el camino juntas cuando de pronto se cruzaron con un niño que era todo orejas y que siempre que le hablaban, las escuchaba y tenía una palabra maravillosa para susurrarles al oído. “Me llamo O” les dijo, y se hicieron amigos y compañeros de viaje. Pero la cosa no quedó ahí, de repente estaban andando cuando salió de detrás de un árbol un hombre corpulento que empezó a hablar mucho y muy rápido: les explicó algún chiste, se presentó “Jc” y se ofreció para ayudarles en lo que fuera. Ellos se dieron cuenta de que tenía una fuerza descomunal, y que su valentía era necesaria. Se unió al equipo, eran como una familia, como decía él. Seguían avanzando cantando y bailando por el camino cuando les apareció una hada madrina, muy echá pa lante, y que tenía el secreto de la vitalidad y del amor, y les iba contagiando su energía a golpes de barita mágica. Se llamaba Y, y no dudaron en seguirla. Seguían caminando, cada vez con más fuerza, con más alegría, y energía. Cuando estaban descansando un poco, salieron a su encuentro dos niños, muy tímidos que estaban escondidos detrás de una flor, y de una piedra. El primero se llamaba G, enseguida les cautivó con sus grandes ojos azules, que si se cruzaban con ellos les transmitían una sensación de tranquilidad y de paz impresionante y cuando hablaba, no podían parar de reír. El otro, Je, se quedaron perplejos cuando empezó a sacar de todo de su chistera: pastas, patatas, mesas de ping pong; y cuando con dos cocos los hacía bailar y cantar como locos.
La niña no podía ser más feliz. Al fin, tenía lo que buscaba, el sueño era lo de menos, lo que estuvo buscando toda su vida fue eso, unos compañeros de viaje con los que compartir sus sueños.
Hoy, ya no puede dejar de sonreír y camina, camina, de la mano de sus amigos tremendos, y ya no importa el destino, mientras vaya con ellos cualquier desierto puede convertirse en un campo lleno de flores de colores.
Y dentro de su corazón sabe que sí, que era ésto lo que había esperado toda su vida.

lunes, 4 de junio de 2007

Un pequeño paso...

Mañana.
Apretaré con fueza la piedra mágica.
Cerraré los ojos.
Y no haré otra cosa que pensar que sí,
que lo tengo claro,
que al fin sé cuál es mi sueño,
y que todo va a favor:
la emperatriz, el mundo, la suerte,
y que no,
que tener miedo,
no sirve de nada.