martes, 6 de mayo de 2008

A contrarreloj

6:30 a.m.
Empieza a sonar el despertador. Lo observa en silencio durante unos segundos. Lo apaga bruscamente.


ÉL (sin dejar de mirar el despertador)
Mierda de aparato. Como puede ser que seas tan miserablemente perfecto. Asesinando los minutos, uno a uno, sin detenerte ni siquiera a contemplar como tus víctimas, corren ansiosamente detrás de ti, llegando siempre tarde, intentando inútilmente llenar segundos ya putrefactos. (Pausa.) Tiempo en descomposición. (Pausa). Pero hoy no. Llevo años estudiando tu método, y he aprendido mucho. Quizá hoy, sea yo quien gane la batalla.

Abre un cajón del mostrador, saca un bote con pastillas.
Mira otra vez al despertador, y le dedica una sonrisa pícara.
Abre el bote, y coge tres pastillas y se las toma con ansiedad.
Saca un cronómetro del bolsillo.


ÉL (al despertador)
(enciendiendo el cronómetro)
Empieza el contrarreloj.